Son las 3:00 a.m. en el campo de cremación en la ciudad sagrada de Varanasi, India. Seis cuerpos han estado quemándose consecutivamente durante las últimas cuatro horas frente al río Ganges. Un hombre perteneciente al culto Aghori, de pelo largo y vestido de negro, contempla el fuego y recita un mantra. Un Aghori es un hombre santo y se cree que tiene poderes espirituales capaces de curar y salvar vidas de personas con enfermedades mentales y/o físicas. El hombre se acerca a un montón de cenizas de un cuerpo cremado en el suelo y las vierte sobre su cuerpo y rostro. "La ceniza sagrada es el último y más puro estado de todo. Esparcimos las cenizas humanas por todo nuestro cuerpo para dejar que el cuerpo sea tan puro como las cenizas", dice Baba Ram Magesh, un hombre santo de 40 años que ha pertenecido al culto Aghor durante más de quince años.
Desde el siglo V a. C. los Aghoris han seguido la filosofía de Shiva, el Dios de la destrucción en la religión Hindú. Los Aghoris son un culto nómade y caníbal que se mueve entre la India y Nepal. Viven y practican sus rituales en los campos de cremación y se sumergen en ambientes donde la muerte hace parte de su rutina habitual. Sus rituales se basan principalmente en cantar mantras, entregar ofrendas al fuego sagrado y durante rituales específicos los Aghoris consumen carne humana como parte de una ofrenda a su Dios Shiva. Los Aghoris ven belleza en todo, es por eso que no sienten miedo, odio o disgusto y siguen el camino de la no discriminación. Con el consumo de carne humana, prueban que nada es profano o ajeno a Dios Shiva, porque para ellos un cadáver carece del alma que una vez tuvo. "¿Por qué deberíamos diferenciar las cosas, si todos somos parte de la naturaleza?", Dice Baba Ram Mahesh. A pesar de sus prácticas y estilo de vida extremo, un verdadero Aghori jamás mataría o le haría daño a ningún ser humano o animal.